miércoles, 19 de noviembre de 2008

Emocionalmente YO

Cansado de esperar tomé rumbo hacia las profundidades de mi mundo interior. No pude llevar equipaje, no me lo permitieron, así que me fui sin nada, intentando dejar mi mente en blanco. Cerré los ojos, inhalé el aire que me envolvía y emprendí el camino con decisión. Me sentí desolado recorriendo cada uno de los secretos y oscuros rincones cognitivos de mi masa cerebral.

De pronto llegué a percibirte y con vehemencia me impregnabas, pensé en una sola palabra: Madre. Sonreías. Tu mirada era tan dulce e inmutable que me sentía en paz pensando en ti. Mi primer pensamiento, aún notaba el cordón que me vinculaba a ti.

Algo se desgarró y sin darme cuenta comencé a caer en un frío agujero a una velocidad infernal, fulminante, todo era cada vez más vertiginoso…Se hizo la luz y me ví reflejado en un espejo titánico… Ahí estaba mi Yo, mirándome. Tímidamente aparté la mirada, sentía miedo. Cuando el miedo florece se remueve el organismo, calor, taquicardia, sudoración…todo eso y más. Respiré y pensé de nuevo en ti, mi apego. Mantuve mi propia mirada durante un segundo de eternidad y observé todo lo que soy.

Una sola reflexión, conocer lo bueno y lo malo de uno mismo asusta pero ayuda a recorrer el camino de la existencia humana.

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