martes, 25 de noviembre de 2008

Simple como un dedo

Tengo muchos dedos. Joder, cinco en cada mano. Me parece excesivo, la verdad. No seré yo quien discuta las razones de la madre naturaleza para dotarme con cinco dedos por extremidad pero, ya que me los da, podría darme una pista sobre cómo sacarles partido. Vamos, digo yo. Cierto es que hay a quien le vienen de maravilla; por ejemplo a los pianistas y compañía. A esos sí …, a esos sí. Pero, es que, yo no soy pianista y, me molestan tantos dedos. Hace, hoy, diez años de un rato en el que me dedicaba a jugar al fútbol. Marqué un gol fantástico, y me puse tan contento que di una voltereta para celebrarlo. Me doblé el meñique de la mano izquierda. Se me quitó lo contento. Me vino el dolor. Me sobraba el dedo. Ayer, sin ir más lejos, iba a salir a dar un paseo, y al verme en el espejo del ascensor pensé: “¿Dónde voy yo con todos estos dedos?” Y, claro, me volví para casa. Pero eso es lo de menos. Me abruma el solo hecho de sujetar el tenedor o la cuchara y ver ese despilfarro de protuberancias. No necesito tantos. Es una preocupación. Ahora, mientras escribía, tuve que ir a cortarme las uñas de los índices, porque ya comenzaban a emitir un molesto sonido al contacto con las teclas del ordenador. Demasiada responsabilidad como para dejarlos de lado, escasas posibilidades para aprovecharlos. Pero siguen ahí, haciendo de su existencia una carga y advirtiendo del vacío de su ausencia. Algunos debimos nacer con pezuñas.

1 comentario:

Baby Cat Face dijo...

Hola, he llegado aquí como de casualidad. Este relato... simplemente genial. :) Aquí me quedo, si no te importa. Un saludo.